La revolución digital y la generalización del uso de los dispositivos móviles inteligentes (teléfonos, tabletas, libros electrónicos, terminales de vídeo [VDT], etc. tienen por un lado muchas ventajas, pero han provocado el aumento de una variedad de problemas visuales nuevos. Uno de estos problemas es la exposición a la luz azul.
El sol es el principal emisor de luz azul, pero también se encuentra en espacios interiores en los diodos emisores de luz “blanca fría” (LED) presentes en los sistemas de iluminación de la mayoría de pantallas retroiluminadas, televisores, etc. en cada vez más hogares, lugares de trabajo y tiendas. La iluminación LED ha sustituido las bombillas y fluorescentes tradicionales al ser una fuente de luz más eficiente en términos de energía.
La luz azul es la parte del espectro visible más cercana a las radiaciones ultravioletas, y está compuesta por longitudes de onda cortas que van de los 380 a los 495 nm correspondientes a la luz visible de mayor energía. Se ha asociado a varios problemas oculares que se pueden clasificar en cinco grupos principales: fatiga visual, ojos secos, molestias por el deslumbramiento (estos tres elementos están muy relacionados), daño de las células retinales y alteración de los ciclos fisiológicos (sueño, cansancio, depresión, irritabilidad).
A continuación se hace un repaso de las evidencias científicas del vínculo entre la luz azul y estos problemas. Luz azul y fatiga visual Leer o trabajar con pantallas LED retroiluminadas aumenta la fatiga visual, que se manifiesta en forma de síntomas tensionales y oculares con respecto a otros medios visuales o texto escrito. Todavía no está claro si la alta intensidad de la emisión de luz azul por estas pantallas digitales es la única causa de dicha fatiga o si se trata de un factor acumulativo añadido a los problemas de acomodación ocular, de convergencia y posturales, que también se ven afectados por el trabajo con computadoras. En cualquier caso, en los últimos años se ha producido un aumento espectacular en el número de consultas relacionadas con el síndrome visual informático (SVI). El SVI se define como “el conjunto de problemas visuales y oculares relacionados con el trabajo de cerca provocados por el uso de computadoras”, a lo que sin duda deberíamos añadir “y por el uso de dispositivos móviles digitales”. Luz azul y ojos secos La sensación de los ojos secos y sus múltiples síntomas asociados están estrechamente relacionados con el SVI. Los ojos secos en los usuarios de VDT se han vinculado a la reducción del tiempo de rotura de la película lagrimal. Independientemente de si se trata de ojos secos por producción o por evaporación, los síntomas empeoran al llevar a cabo actividades de cerca con cualquier tipo de pantallas digitales equipadas con luces LED emisoras de luz azul. Se ha demostrado que hay una estrecha relación entre la estabilidad de la película lagrimal y la función visual bajo la exposición a la luz azul. Los pacientes con ojos secos experimentan fluctuaciones en la agudeza visual , que empeoran al realizar actividades de cerca de forma continua, en particular con el uso de pantallas. Por lo tanto, limitar la exposición a la luz azul de onda corta (en tiempo e intensidad o mediante el filtrado) ayudaría a reducir las dificultades visuales para los pacientes que sufren de ojos secos con un tiempo de rotura reducido.16 También hay que tener en cuenta el hecho de que las quejas de estos pacientes de una sensación de deslumbramiento o halo aumentan al trabajar con fuentes de retroiluminación que emiten luz azul, una dispersión de la fuente de luz mucho mayor que las longitudes de onda largas. Luz azul y deslumbramiento El deslumbramiento se puede definir como la pérdida de contraste en la imagen retinal derivada o provocada por la dispersión de luz o la luz lateral, debido a un fenómeno entópico de dispersión de la luz intraocular [ILD] o por la presencia de un objeto en el campo visual o entre la fuente de luz y el ojo o ante la presencia de una fuente de luz intensa.19,20 Existen varios tipos de deslumbramiento; deslumbramiento discapacitante como los faros de los coches que vienen de cara al conducir por la noche, deslumbramiento adaptativo con midriasis traumática, disfotopsia relativa a los halos observados tras la cirugía fotorrefractiva o de cataratas (o un fenómeno similar debido a la falta de transparencia de los medios o inestabilidad de la película lagrimal), y deslumbramiento incomodante, por ejemplo, el inducido por una ventana en una oficina mal acondicionada o reflejos en la pantalla de una tableta.19, 21 Independientemente del tipo de deslumbramiento o de su origen (externo o entópico), la luz azul, y por lo tanto la luz LED, es un factor acumulativo. Las luces LED se encuentran en las pantallas retroiluminadas y también en la iluminación ambiental (oficinas, tiendas, televisores, etc.). Proporcionan mayor luminosidad más eficazmente que otros tipos de bombillas, y una gran proporción de su espectro es de longitudes de onda cortas, lo que aumenta el campo visual y la visión periférica (y lo que explica su uso generalizado en la industria del automóvil). Sin embargo, producen una mayor sensación de molestias por el deslumbramiento22 que otros tipos de bombillas, con un incremento de las molestias asociado al aumento de la luz azul de la fuente de luz. Y en relación con los fenómenos entópicos, la luz azul se asocia directamente al aumento de la difusión de la luz intraocular24, lo que adquiere mayor importancia cuando hay una falta de transparencia de los medios, como con la queratitis derivada de los ojos secos o en el caso de cataratas relacionadas con la edad, que, a medida que evolucionan, aumentan la sensibilidad del paciente a la intensidad de la luz y el deslumbramiento. También sucede en casos de disfunción macular, en la que la imagen retinal se forma con dificultad (degeneración macular asociada a la edad [DMAE], coriorretinopatía serosa central, etc.). Luz azul y daño de las células retinales La edad, el tabaco, el alcohol, el tipo de piel (I, II, III, IV), la exposición a la radiación ultravioleta (UV), la genética, los factores refractivos y nutricionales (deficiencia de antioxidantes, dietas bajas en vitaminas, etc.), y las enfermedades sistémicas (diabetes, alta presión arterial, etc.), se suelen mencionar como factores de riesgo para las enfermedades visuales más comunes y las complicaciones oculares no refractivas 25, 26,27, DMAE y cataratas. A esto se añade la exposición del ojo a los efectos de la luz visible28, específicamente las longitudes de onda cortas de la luz azul que tienen un posible nexo con la DMAE Los estudios in vitro han vinculado la exposición prolongada a la luz azul-violeta a varios tipos de daños retinales (fotoquímicos) debido a los procesos oxidativos y la generación de radicales libres. Aumenta la producción de especies reactivas al oxígeno (ROS) como el peróxido de hidrógeno y los superóxidos.32 Estas ROS son altamente tóxicas y están relacionadas con la muerte de las células fotorreceptoras provocada por el estrés oxidativo. Su generación también produce la activación de Proteínas Quinasas Activadas por Mitógenos (MAPK), que modulan los mecanismos inflamatorios, el estrés y la muerte celular también 33, incluidas las células de los fotorreceptores retinales. Estos procesos in vitro se han relacionado con la exposición a la luz LED azul que, comparada con la luz LED verde y blanca, aumenta la producción de ROS y provoca daños en las células derivadas de fotorreceptores.32 Sin embargo, el efecto dependiente de la longitud de onda y su influencia en las degeneraciones retinales inducidas por la luz LED blanca todavía no se conocen perfectamente.31 El papel que desempeña la exposición al espectro de luz visible en los posibles daños a la retina y su epitelio pigmentario35, y los daños fotoquímicos que inciden en el desarrollo de la DMAE se estableció a finales de los sesenta. Varios estudios han demostrado los mecanismos que desembocan en un aumento en la producción de ROS. La absorción acumulativa de radiaciones azul-violeta del espectro electromagnético por los pigmentos visuales (melanina, melanopsina, flavoproteínas o lipofuscina) aumenta la producción de ROS, que a su vez se relaciona con el desarrollo de la DMAE. Sin embargo, el papel de la luz azul-violeta en la patogénesis de la DMAE sigue siendo controvertido, sobre todo debido a las limitaciones de los estudios in vitro pasados. Luz azul y ciclos fisiológicos Como animales diurnos, la fisiología humana está regulada en parte por la luz. La luz azul-turquesa, situada entre los 465 y 495 nm, desempeña un papel crítico en la relación entre nuestros ciclos biológicos internos, los ritmos circadianos, y las condiciones ambientales externas. Las disfunciones en estos ciclos están relacionadas con una amplia variedad de trastornos psicológicos y enfermedades sistémicas: alteraciones del sueño, depresión, ansiedad, obesidad, diabetes, enfermedades cardíacas y embolias, cáncer, etc. Entre los distintos mecanismos que se han descrito para explicar esta relación, la luz, en particular la luz azul-turquesa, es el agente regulador principal de nuestros ciclos y ritmos biológicos. La opacificación gradual del cristalino debido a la sobreexposición a la luz ultravioleta, que lleva al desarrollo de cataratas, causa una reducción en la transmisión de la luz, especialmente las longitudes de onda cortas. Tras una operación de cataratas, no solo se recuperan las capacidades visuales, sino que mejora la calidad de vida con menos depresión, recuperación de la rutina del sueño, etc.46 Aunque la exposición a la luz azul exterior puede ser eficiente en el tratamiento de distintos trastornos (afectivos, cognitivos, comportamentales; umbrales de reacción más altos) y posiblemente puede regular los errores refractivos47, eso no quita que el uso continuado de pantallas retroiluminadas LED de luz azul y la exposición en momentos correspondientes sobre todo (aunque no solo) a ciclos nocturnos, provoca alteraciones del sueño y desórdenes de conducta (irritabilidad, astenia, etc.) debido a la alteración de los ritmos circadianos.44, 48 6. Un arsenal preventivo para los profesionales de la vista Ante la abundancia de pruebas científicas, los profesionales de la vista se preguntan cuál es la mejor manera de ayudar a los pacientes a prevenir las complicaciones oculares. El enfoque inicial para hacer frente a este problema requerirá un análisis y refracción precisos del sistema binocular para evitar la carga astenópica inducida por los problemas de refracción, acomodación o convergencia. También es fundamental ofrecer al paciente consejos y pautas de higiene visual y postural para reducir el tiempo de exposición a la luz azul y disminuir así la carga CVS. El uso de antioxidantes como la N-acetilcisteína o NAC para evitar la producción de ROS inducida por la luz azulvioleta52 es una herramienta potencial para tratar algunas de estas complicaciones retinales. Sin embargo, no hay duda de que el uso de filtros selectivos para filtrar las longitudes de onda azul-violeta ha demostrado ser la solución más completa hasta la fecha. La idea de que los filtros selectivos pueden aumentar la capacidad visual o reducir el deslumbramiento, la dispersión de la luz y los efectos perjudiciales asociados con las longitudes de onda azul-violeta del espectro visible no es nueva. Muchos vertebrados (incluidos los humanos) tienen filtros intraoculares que minimizan los efectos nocivos de la luz. En el caso de los humanos es el cristalino el que filtra la luz ultravioleta y el pigmento macular que puede proporcionar cierta protección frente a los peligros de la luz visible de longitud de onda corta. En 1933, los estudios de Walls y Judd54 establecieron un vínculo entre la presencia de estos filtros intraoculares naturales que bloquean la luz azul y el fenómeno de dispersión de la luz asociado con las longitudes de onda cortas del espectro visible. Esto tiene el efecto de aumentar la capacidad visual, reducir el deslumbramiento e incrementar el contraste del fondo de los objetos.54, 55 La cirugía de cataratas provoca una pérdida parcial de nuestra protección natural. Se han llevado a cabo numerosos estudios para evaluar los efectos beneficiosos de las lentes intraoculares (IOL) equipadas con filtros de la luz azul en condiciones reales en comparación de las que no tienen filtros. Estos estudios indican menos molestias por el deslumbramiento, una mejora de la calidad visual, un aumento de la función de sensibilidad al contraste, una mayor diferenciación cromática o capacidad de contraste heterocrómico, y un tiempo de respuesta visual reducido. Se ha establecido un vínculo similar con la DMAE. Las evidencias científicas han vinculado el papel de la luz azul con la patogénesis de la DMAE a través de los procesos oxidativos degenerativos que tienen lugar en la retina. Una situación similar puede aplicarse a los filtros de la luz azul diseñados por la industria óptica para estos fines, aunque, independientemente de los datos y pruebas obtenidos en el laboratorio, debe tomarse en consideración el hecho de que la sensación subjetiva de beneficio visual puede variar considerablemente entre personas en condiciones reales, especialmente al evaluar a sujetos con patologías visuales. Los filtros fotoprotectores deberían bloquear las radiaciones de alta energía que pueden dañar el ojo y reducir el deslumbramiento que puede resultar molesto o debilitante.63, 64 Muchos estudios han concluido que los filtros de luz azul son más eficientes cuando bloquean las longitudes de onda similares a las filtradas naturalmente por el cristalino (por debajo de 450 nm).65 A longitudes de onda por debajo de 460 nm, aumenta la sensibilidad a la luz y la fotofobia a medida que disminuyen las longitudes de onda. Sin embargo, no deberían filtrar las radiaciones superiores a 480 nm para preservar las funciones fisiológicas críticas que dependen de la luz azul-turquesa y el reflejo pupilar de protección frente a la sobreexposición a la luz. Así pues, es importante que las lentes oftálmicas filtren selectivamente las radiaciones azul-violetas sin filtrar la luz azul-turquesa, para que sean más eficientes contra el deslumbramiento y mejoren la. Las pruebas de agudeza visual no son adecuadas para evaluar realmente la conducta visual y el grado de confort de nuestros pacientes en situaciones reales. El color y una buena sensibilidad al contraste, tanto blanco/negro como poli crómico, son un aspecto fundamental de la evaluación teniendo en cuenta el tiempo cada vez mayor pasado mirando documentos, páginas web, videojuegos, etc. Por lo tanto, los filtros que incrementan el contraste son una herramienta importante para los profesionales de la vista. Son especialmente útiles en casos de deslumbramiento y/o falta de transparencia de los medios, que reducen la calidad de la imagen en los pacientes que sufren cataratas, queratitis crónica u ojos secos, defectos pupilares, refracción posoperatoria, etc. En estos casos, la medición de la función de sensibilidad al contraste es esencial para garantizar la optimización con filtros oftálmicos.
¿A quién benefician los filtros de la luz azul? La respuesta más obvia sería mencionar la lista completa de afecciones oculares antes citadas. Se trata de afecciones en las que el deslumbramiento y la pérdida de la función de sensibilidad al contraste y los trastornos asociados desempeñan un papel importante en las molestias visuales. Del mismo modo, los pacientes con DMAE corren un riesgo mayor, ya que la exposición a la luz azul-violeta puede influir en su enfermedad como en el caso de cualquier persona expuesta a fuentes de luz azul o un entorno dominado por las luces LED blanco frío. Llegados a este punto, podemos preguntarnos ¿Quién no está expuesto a estas afecciones? El papá digital que compra por Internet, la mamá digital que navega por las páginas web, la abuela que habla por Skype, el hombre de negocios que trabaja con una tableta, el niño que chatea desde su smartphone, el adolescente que pasa horas jugando en la videoconsola. Todos nosotros, restante los consideraba necesarios solo para pacientes que los llevaran para sus actividades profesionales (camioneros, técnicos informáticos, trabajos de oficina, etc.), o para enfermedades oculares. Conclusión La luz azul es omnipresente y se asocia con un efecto dicotómico, siendo a la vez beneficiosa (luz azul-turquesa) y nociva (luz azul-violeta). Algunos síntomas provocados por la exposición a la luz azul-violeta pueden ser acumulativos, pero todos estamos en situación de riesgo. Debemos concienciar sobre la necesidad de proteger nuestros ojos de los riesgos potenciales de la exposición acumulativa a la luz azul-violeta, empezando por los profesionales y también nuestros pacientes. Así pues, vamos a seguir adelante con la era “digital”, pero de manera responsable.•
LECCIONES CLAVE
• Las investigaciones sobre la exposición acumulativa a la luz azul-violeta establecen un vínculo con varias afecciones y patologías visuales. • Según las publicaciones científicas, la exposición a la luz azul influye en numerosos síntomas visuales que van desde las molestias visuales inducidas por el deslumbramiento a las alteraciones de los ciclos fisiológicos que provocan la muerte de las células retinales. • La reducción de la exposición ocular y la absorción de la luz azul-violeta mejora funciones visuales críticas como la sensibilidad al contraste y limita las alteraciones como la fatiga visual, el deslumbramiento o los ojos secos. • Las lentes que filtran la luz azul-violeta diseñadas por la industria óptica son útiles para reducir la exposición a la luz azul, ayudan a los profesionales de la vista a tratar una serie de problemas asociados con los daños retinales y ofrecen una solución sencilla y eficaz a sus pacientes.
Autores:
Molina, V. G. "Luz azul. De las evidencias cientificas a la atencion al paciente." CLINICA 96 (2017).
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